
El
lobo aúlla a una luna roja cubierta de nubes que se deshacen en jirones de nada
mientras el gélido viento sopla constante agitando las curtidas ramas vencidas
por el peso de la nieve. Huele el miedo del alce en el viento y saliva como si
ya tuviese la carne en la boca, sus músculos tensos y duros como el acero,
formados por toda una vida de carreras interminables y peleas en la manada, una
máquina perfecta. A una señal del alfa comienzan a correr entre la ventisca,
siente a los demás miembros cerca, pero el bosque es oscuro y le impide ver más
allá del siguiente obstáculo, está demasiado concentrado como para girar la
cabeza, no lo necesita, cada miembro conoce su papel como si fuera parte de él
mismo, no hacen falta órdenes, la manada se mueve como uno o no sobrevive al
frío.
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Después
de muchos aullidos consiguen atosigarla en un claro, el primer mordisco en una
de las patas desata el hambre más voraz, el aire huele a sangre. En este
momento el alfa carga contra sus compañeros, es necesario mantener la
disciplina, si el animal se escapa habrá sido demasiado esfuerzo como para
tener otra oportunidad. Carga con sus fuertes hombros y muerde algunos lomos hasta que se restaura
el orden, por suerte ha sido rápido.
El
galope final los lleva al muro, dónde el alce se vuelve, dispuesto a vender
cara su vida, es el momento más peligroso de la noche y conviene contener el
ansia. La manada ataca por turnos de 2 o 3 animales, desde los lados, evitando
las astas. Intenta morder en los cuartos traseros, pero sus dientes chocan unos
con otros en el aire, produciendo un fuerte chasquido y los cuernos impactan
directamente contra sus costillas. Sale despedido contra la roca. En ese
momento la manada aprovecha y salta sobre el lomo del animal, derribándolo por
completo en un caos de dientes y sangre. La muerte se produce al morder el
cuello, chorros de vida inundan la boca de uno de los miembros. Al poco tiempo sólo quedan huesos y pezuñas y
la manada se ha asegurado unas semanas más de vida, ese el futuro más lejano
que conocen.
El
lobo herido tiene rota una de sus patas y apenas no ha podido comer. Es muy
posible que no aguante muchos días el trote de la manada y quede atrás, sólo y
herido. Su muerte se convertirá en vida para los carroñeros del bosque. En el
bosque el invierno es de los fuertes.