domingo, 10 de abril de 2011

¡Así no!

Así no vamos a ninguna parte. Es milagroso que sigamos donde estamos cuando aquí nadie da pie con bola ni hace una a derechas. Hasta donde yo se el capitán de un barco es siempre una marinero con temple y experiencia, probablemente el más capaz para afrontar situaciones adversas y salir airoso, porque de él depende su tripulación. Yo veo esto como un gran barco, con la única diferencia de que nuestros capitanes y oficiales a bordo no son más que polizones de los que no se sabe ni como han conseguido colarse y a los que, pese a que desde luego no cumplen ni uno solo de los requisitos antes citados, les entregamos los mapas y el timón mientras miramos a otro lado o nos quejamos porque nos llevan derechos al iceberg al que tenemos unas estupendas vistas desde nuestro camarote.


Idolatramos y encumbramos a drogadictos, incultos, caraduras, chupa sangre, faranduleros, mentirosos, timadores, ladrones e hijos de puta varios (y estoy seguro de que a todos se nos ocurre al menos un ejemplo para cada uno de estos perfiles). Semejantes individuos rigen nuestras vidas y son modelos a imitar, y así al único sitio al que se puede llegar es a donde estamos, y parece que nuestra capacidad para empeorar es la única que, como el buen vino, mejora con el tiempo. Si queremos que la sociedad avance tenemos que ser capaces de darle la espalda a la gentuza y decirles que no los queremos aquí, que arrimen el hombro o se vayan a infectar a la gente de orto sitio.


Vivimos en un mundo en el que los profesionales de un cierto ámbito se han de plegar a las decisiones de los no profesionales que (no) valen para diseñar desde planes de estudios hasta planes de ajuste. Pongamos a un director de instituto con experiencia de ministro de educación, a un médico en sanidad y a un militar en defensa., imitemos a los que lo hacen ampliamente mejor que nosotros por mucho dinero que cueste, simplemente porque la educación, la industrialización, etc, no son gastos sino inversiones en un futuro mejor. Pensaba que todas estas cosas eran lógicas, pero se ve que las cabezas pensantes escasean y proliferan los virus mientras ya no nos extrañamos ni de que una panda de chupa sangres nos impongan medidas de ahorro mientras con la otra mano votan para volar en primera clase hasta para ir a por el pan.


El barco zozobra y podemos hacer dos cosas; arremeter contra los que hacen algo por salvarnos y decir que nosotros tenemos mejores ideas pero no las decimos para poder apuntarnos (si es que seguimos a flote) el tanto cuando nos llegue nuestro momento o arremangarnos todos la camisa, arrimar el hombro y remar para llegar a tierra lo antes posible, aunque no sea la nuestra, ya pensaremos en la nuestra propia cuando hayamos salvado el culo. Y la decisión no es de los polizones, si no nuestra, así que ha llegado el momento de cerrar la boca y ponerse a trabajar como hijos de puta, porque es lo único que nos puede salvar ahora.


Kepler

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